Inés Oreja Puerto Cardedeu
Estoy orgullosa de ser mujer. Siento y pienso como mujer, y doy las gracias a todas aquellas --independientemente de la época-- que han dado tan solo un minuto de su vida por el de cualquier otra persona. Me siento en deuda con las mujeres que no podían votar, ni abortar, ni pensar, ni tan siquiera sentir, sin el consentimiento de un hombre. No sé si soy feminista o machista, no sé si soy mejor o peor persona que cualquier otra; de hecho, sé que hay muchas cosas que desconozco. Pero hay una cosa que sí tengo clara, y es lo que no me gusta. No me gustan las mujeres que abusan de los hombres. No me gustan las mujeres que se proclaman feministas y viven extorsionando a un hombre por 400 euros al mes. No me gustan las mujeres que manipulan a sus hijos sin pensar en el daño que les hacen. No me gustan las mujeres que ponen denuncias falsas de malos tratos y luego las retiran por un precio ridículo; no sabía que su dignidad fuera tan barata. No me gustan las mujeres que se toman la justicia por su mano creyéndose heroínas, cuando ni siquiera saben cultivar sus propios valores. Tampoco me gustan las niñas que se creen mujeres tan solo por cumplir años.
Para ser mujer se necesita toda una vida para aprender y para perdonar, y tan solo se necesita un momento para reaccionar y pensar en lo fácil que es pedir una explicación; para poder tomar sus propias decisiones como un ser humano adulto y libre, y así sacar sus propias conclusiones. Yo, como mujer adulta e independiente, tomo mis propias decisiones y saco mis propias conclusiones. Y eso se lo debo a mis padres (un hombre y una mujer), que me dieron la libertad de expresarme y ser una persona, sin manipularme, independientemente del sexo que yo tuviera.
'Feministas que extorsionan a un hombre por 400 euros'
miércoles, 17 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario