¿Poder masculino o poder feminista?

El premio Nacional de ensayo del 2006 fue otorgado a la autora Celia Amorós, la cual reclamaba una mayor participación de la mujer en el poder, acabando con el monopolio masculino del mismo. Sin embargo no se analiza desde un punto de vista masculinista, el hecho de que cultural y políticamente nuestra sociedad sea feminista, con una metodología y responsables en la lucha por la “igualdad” que consideran a priori al hombre como privilegiado social e histórico, haciendo invisible y perpetuando la discriminación masculina, junto con sus graves efectos.


Que manden hombres o mujeres resulta banal si consideramos su forma de pensar. Y hoy por hoy nuestros dirigentes son feministas, desinteresados o ignorantes de los problemas de los hombres y, comparativamente, hipersensibilizados hacia los de las mujeres. Y esto nos discrimina seriamente a todos los varones. La paridad está bien, pero sin la contribución masculinista nunca hará igualdad. Y para ello ya es hora de que la realidad social sea mirada con ojos no velados por la falacia feminista de que el hombre es un privilegiado. Así, algún día, algún político o política comenzará, por fin, a hablar de discriminación masculina y las políticas prácticas e instituciones que lucharán por resolverla.