Parece ser que, por desgracia, en muchos casos el amor tiene un límite. Al menos así lo afirmó en su momento una política alemana y basándose en esta conclusión llegó a solicitar un plazo de 7 años para reactualizar los matrimonios, por el cual esta unión clásicamente vitalicia se asimile a un contrato prorrogable, a cuyo término se reconsidere la conveniencia de la vigencia o disolución del vínculo. Aumenta así el impacto del divorcio, un elemento muy asociado con las actuales parejas, que en un número creciente de casos recurrirán a él, y que, a pesar de ser necesario para todas y todos, no es igualitario.
La forma en que se articula en nuestro país puede provocar serios perjuicios a los varones que ejercen este derecho, sin que hayan cometido ninguna falta. Por el simple hecho de casarse y formar una familia, elemento fundamental para desarrollar la sociedad, los varones divorciados son considerablemente discriminados al perder la compañía y significación que a sus vidas aportan los hijos, con los que su relación se vuelve distante y breve, junto con buena parte del patrimonio que generaron durante años.
En una coyuntura en la que el individualismo, la agitación y los cambios potencian el divorcio, es en favor de la igualdad cada día más necesario apostar por fórmulas equilibradas en las rupturas, para evitar ventajismos entre mujeres y hombres y dejar a los dos sexos en una disposición aceptablemente buena, de cara a poder desarrollar por separado sus nuevos proyectos de futuro.
Otro argumento de peso más a favor de la custodia compartida, opción creciente en varios países europeos como Italia, Francia ó Alemania.
Urgen divorcios igualitarios
jueves, 23 de julio de 2009
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